Del libro de la Sabiduría 7, 7-10.

Por eso supliqué a Dios, y me concedió Prudencia; le pedí espíritu de Sabiduría y me lo dio. La preferí a los cetros y los tronos; en comparación con ella, tuve en nada la riqueza. Ninguna piedra preciosa me pareció igual a ella, pues frente a ella todo el oro es como un puñado de arena, y la plata vale tanto como el barro. La amé más que a la salud y la belleza; la preferí a la luz del día, porque su brillo no se apaga.

sábado, 24 de abril de 2010

hombre de ciencia



En su tiempo, la filosofía comprendía las principales ramas del saber humano: la lógica, la metafísica, las matemáticas, la ética y las ciencias naturales
Alberto se interesó por el estudio de la Naturaleza. Con base a las observaciones que realizaba llegó incluso a contradecir afirmaciones del propio Aristóteles, cuyo escritos científicos analizó y comentó. Alberto comprendió que la filosofía y la ciencia árabe, que recogían gran cantidad de material de la Grecia clásica perdidos para occidente, tenían un valor inestimable para los teólogos cristianos. Por eso se propuso, entre otras cosas, “hacer inteligibles a los latinos todas las partes de la filosofía aristotélica”. Pero su esfuerzo no se limitó a Aristóteles sino que se extendió a toda la ciencia árabe y judía y al neoplatonismo.

Alberto habla acerca del hombre, que está compuesto de cuerpo y alma. Respecto del alma humana, considera que no se la debe definir como la forma del cuerpo, ya que ser forma del cuerpo no es su esencia sino su función, y definirla como forma puede llevarnos a perder de vista su substancialidad: “En sí misma es ella, como dice Platón, espíritu incorpóreo y siempre vida.” El alma es una substancia intelectual y ser forma del cuerpo es una de sus funciones.

Puntualizó datos geográficos en sus mapas de las cadenas montañosas de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el clima y, en su descripción física de la tierra demostró que ésta es redonda.

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